La mayor parte de la radicación solar, que es nociva es absorbida por la atmosfera, pero la superfície terrestre sigue siendo alcanzada por estos rallos. La exposición a los rayos ultraviolada puede provocar a parte de quemaduras en la piel, efectos dañiños en los ojos.
Un Estudio publicado recientemente, asegura que por cada hora expuesta al sol, se incrementa un 4% la posibilidad de obtener alteraciones del cristalino. Por este motivo, desde el departamento de Farmacaología, Óptica y Anatomía insisten en la utilización de gafas para el Sol, entre las horas 10:00 y 16:00. Pero estas gafas no pueden ser unas gafas cualquiera, deben poseer el sello de la Comunidad Europea, para verificar que respeta la normativa.
Además la adquisición de estas debe estar supervisada por un profesional, un óptico-optometrista. No nos podemos dejar engañar por unas gafas con unas lentes demasiado oscuras, ya que este no es un indicativo de la protección que ofrece.
Por último, hay que tener en cuenta que existe un grupo de personas, que son más sensibles por naturaleza a estas afecciones: las personas en edad senil, personas con poca pigmentación, pacientes áfacos, usuarios de fármacos fotosensibilizantes.
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